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Foto del escritorDan Pontarlier
23 nov6 Min. de lectura

El Informe COMETA: Francia y su Gran –y Ambigua– Revelación

En 1999, un grupo de altos mandos franceses –entre ellos militares y científicos– decidió elaborar el informe COMETA. Supuestamente, este documento debía arrojar luz sobre los OVNIs y, de paso, tranquilizarnos. ¿El resultado? Un informe de 90 páginas que concluye que “la hipótesis extraterrestre es plausible”. Sí, plausible... una palabra tan vaga que sirve para justificar tanto una invasión alienígena como un globo meteorológico.


El informe no se quedó ahí. Entre sus recomendaciones, sugería aumentar la financiación para investigaciones, fomentar la cooperación internacional y, por supuesto, prepararse para el “posible” encuentro con civilizaciones extraterrestres. Todo muy sensato, si no fuera porque las palabras clave aquí son “posible” y “plausible”. ¿Realmente los gobiernos están tomando esto en serio o es solo un ejercicio de relaciones públicas mientras los militares refuerzan su control tras bambalinas? Porque, seamos honestos: si hay algo ahí fuera, ¿de verdad crees que las autoridades civiles serían las primeras en saberlo? Exacto, ni en sueños.


Si piensas que el informe COMETA fue un grito por la transparencia, piénsalo de nuevo. Aunque insinuaba que estos fenómenos podían tener implicaciones serias para la seguridad nacional, la falta de urgencia visible o de recursos asignados grita otra cosa. ¿Podría ser que ya se estén destinando recursos significativos a estos programas, pero bajo un manto de secretismo militar? Después de todo, el complejo militar-industrial prospera con el control, y si estas civilizaciones (asumiendo que existen) están aquí para algo remotamente útil –energía limpia, tecnologías avanzadas o cooperación global–, eso supone una amenaza existencial… no para la humanidad, sino para el statu quo.






¿Qué Significa Realmente “Plausible”?


Hagamos una pausa para analizar esa palabra: plausible. Es un clásico del lenguaje diplomático: un término que reconoce algo sin comprometerse del todo. Es el tipo de lenguaje que aman los gobiernos y los militares porque mantiene las opciones abiertas mientras no compromete a nada. Y esto nos lleva a un punto clave: ¿y si la ambigüedad no se trata de protegernos del “pánico masivo” sino de salvaguardar el control geopolítico y macroeconómico?


Piénsalo: si las civilizaciones extraterrestres poseen tecnologías que podrían, por ejemplo, hacer obsoletos los combustibles fósiles o resolver crisis planetarias como el cambio climático, las implicaciones son asombrosas. La transición a un paradigma así trastocaría las estructuras de poder existentes. Por tanto, el secretismo militar no se trata de protegernos de “ellos”, sino de proteger los intereses económicos y políticos ya establecidos.



Investigaciones Oficiales en Otros Países


Francia no está sola en su enfoque ambiguo hacia los OVNIs. Gobiernos de todo el mundo han incursionado en el tema, a menudo con resultados igualmente intrigantes (o sospechosos). Veamos más de cerca:


  • Estados Unidos: El peso pesado indiscutible de las investigaciones OVNI. Desde Project Blue Book (1952-1969) hasta la reciente All-Domain Anomaly Resolution Office (2022), EE.UU. lleva décadas proclamando su dedicación a “investigar” estos fenómenos. Sin embargo, de alguna manera, siempre nos quedamos con más preguntas que respuestas. Y no olvidemos el infame Advanced Aerospace Threat Identification Program (AATIP), un programa encubierto revelado en 2017. La transparencia, al parecer, no es exactamente su punto fuerte.


  • Reino Unido: El Ministerio de Defensa británico operó su propia oficina OVNI hasta 2009. Proyectos como The Condign Report (1997-2000) concluyeron que la mayoría de los avistamientos eran fenómenos naturales. Sin embargo, como siempre, hay un porcentaje terco –alrededor del 5%– que sigue siendo “inexplicable”. Sus archivos desclasificados son una lectura interesante, aunque plantean más preguntas de las que responden.


  • Brasil: El gigante sudamericano llevó a cabo la famosa Operação Prato (Operación Plato) en los años 70, investigando avistamientos en el Amazonas. Oficialmente, los hallazgos fueron inconclusos, pero la gran cantidad de documentación sugiere que hay más en la historia. ¿Coincidencia o silencio estratégico?


  • Canadá: En los años 50, Canadá exploró los fenómenos OVNI a través del Project Magnet. Aunque el programa concluyó sin resultados innovadores, persisten rumores de que algunos hallazgos fueron enterrados.


  • Unión Soviética: Durante la Guerra Fría, la URSS inició el secreto programa Setka. A pesar de que la mayoría de los documentos siguen clasificados, lo que ha salido a la luz indica que los soviéticos estaban genuinamente preocupados o simplemente interesados en mantener la ilusión de interés.




El Papel del Secretismo Militar


Volvamos al papel del ejército. Durante décadas, han sido los guardianes de los datos sobre OVNIs. Desde registros de radar hasta materiales recuperados (supuestamente), controlan la narrativa. Las recientes audiencias del Congreso en Estados Unidos solo han profundizado esta intriga. Testimonios de denunciantes como David Grusch, exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea, revelaron que el gobierno estadounidense no solo ha recuperado “biológicos no humanos” de sitios de accidentes, sino que también posee videos en alta resolución, no solo de las naves recuperadas, sino potencialmente de entidades mismas. Deja que eso cale.


Y Grusch no está solo. Pilotos retirados de la Marina como Ryan Graves han testificado sobre encuentros con fenómenos aéreos no identificados (UAP), lo que da aún más credibilidad a estas afirmaciones extraordinarias. Sin embargo, a pesar de la gravedad de estas revelaciones, el ejército permanece opaco. ¿Por qué? Porque si estos testimonios tienen algo de cierto, las implicaciones van mucho más allá de la seguridad nacional: desafían nuestra comprensión del lugar de la humanidad en el universo.


Si las civilizaciones extraterrestres están visitándonos, no creo que estén aquí para hacer la guerra. Por el contrario, es mucho más plausible (sí, otra vez esa palabra) que estén aquí para observar, asistir o incluso proteger. Sin embargo, el secretismo que rodea estos encuentros sugiere un motivo más profundo: el control. Imagina tecnologías capaces de hacer obsoletos los combustibles fósiles o de resolver crisis globales como la escasez de alimentos. Estas no son simples innovaciones científicas: son cambios de paradigma que amenazan las bases mismas de nuestros sistemas políticos y económicos. Y eso, para los que están en el poder, es un riesgo mucho mayor que una invasión alienígena.


¿Por Qué Ahora?


YQuizás te preguntes por qué este tema está ganando tanta atención en este momento. Desde las declaraciones de whistleblowers hasta las audiencias en el Congreso, el fenómeno OVNI ha pasado a ocupar un lugar destacado en los últimos años. ¿Es porque los gobiernos finalmente están listos para decirnos la verdad? ¿O es solo otro ejercicio de divulgación controlada, donde nos dan lo justo para mantenernos intrigados, pero nunca lo suficiente como para alterar el statu quo?


Considera esto: la reciente creación de oficinas como la All-Domain Anomaly Resolution Office podría parecer un avance. Pero la verdad es que generan más preguntas de las que responden. ¿Quién decide lo que nos cuentan? Y, más importante aún, ¿quién decide lo que no?


Cada día está más claro que no estamos solos en el universo. Pero la pregunta más importante es: ¿quién está realmente a cargo de esta narrativa? Las evidencias sugieren que los gobiernos no son los jugadores clave aquí, sino los militares. Y aunque no creo que estas civilizaciones estén aquí para hacernos daño, sus intenciones son irrelevantes si la información está siendo controlada y utilizada como arma con fines geopolíticos.


¿Qué pasaría si estos visitantes ofrecieran las soluciones que desesperadamente necesitamos: energía limpia, sostenibilidad o incluso cooperación social? La falta de transparencia no se trata de protegernos del pánico, sino de mantener el control. Si estas tecnologías y conocimientos se vuelven accesibles, podrían empoderar a la humanidad, pero también desestabilizar el equilibrio global de poder. Y eso, para quienes se aferran al statu quo, es la verdadera amenaza.


Al final, nos quedamos con informes ambiguos, explicaciones “plausibles” y una sensación persistente de que, pase lo que pase, no lo sabremos hasta que sea demasiado tarde. Si hay algo seguro en todo esto, es que los civiles son siempre los últimos en enterarse de la verdad.


Entonces, ¿cuál es la lección aquí? No dejes que la narrativa te engañe. Ya sea para preservar el poder, controlar a las masas o retrasar lo inevitable, este juego no se trata de nosotros. Se trata de ellos: tanto de los visitantes como de los guardianes que deciden qué nos permiten saber.





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